De una manera un tanto circunstancial, el liniero de los ‘colts’, Eric Foster, sería lesionado por un rival, de manera total y absolutamente accidental, donde parecía romperse la tibia y el peroné por aquel atropello a su pierna.
Inmediatamente se sentiría un ambiente de tensión y preocupación en el estadio, el jugador tendido en el césped se veía gravemente lesionado, e inmediatamente los jugadores, tanto de Tampa como de Indianápolis comenzarían a apoyar al jugador y a demostrar su preocupación de diferentes formas, algunos rezando, algunos agachando la cabeza, algunos incluso con lágrimas en los ojos.
Al final se temía lo peor de la lesión, y el gran jugador, y sí, hablo del tamaño, saldría en el carro de los lesionados, con preocupación y decepción en su rostro, pero también con lágrimas de impotencia.
El estadio entero se pararía a aplaudir a aquel jugador que literalmente había dejado todo en la cancha y jugadores de su equipo y rivales, se acercarían a darle ánimos y confianza, mientras el ‘68’ respondía con gestos de agradecimiento muy peculiares de los jugadores del fútbol americano, golpeándose el pecho con agresividad, prometiendo que pronto regresaría.
Esto nos debe poner a reflexionar, pues siendo un deporte de contacto y agresividad constante, donde de verdad todo se juega con el físico, y el golpearte, lealmente, con el rival es parte primordial del éxito de la jugada, no encontramos entradas agresivas con alevosía y ventaja, y cuando las llegamos a ver son mínimas y con castigos sumamente fuertes, no solo con suspensiones sino con multas ejemplares y suspensiones SIN GOCE DE SUELDO, nos hace recordar que al final, esto es un deporte y la rivalidad no nos vuelve enemigos.
Es hora de que en ciertas esferas del fútbol, recordemos lo que es jugar con lealtad y respeto al rival, sin intentar lastimar al rival, saludos Pepe, Marcelo, Khedira, etc. Y que si uno golpea malintencionadamente a un rival, lo admita y pida perdón en lugar de intentar convencer al público de que el otro hace teatro, esto no debe ser así.
Me encantaría ver a muchos estadios aplaudiendo a un rival del equipo ‘odiado’ salir aplaudido tras una lesión y si puede volver a jugar, ser recibido con aplausos y no con pitidos.
Al final esto hará del fútbol un mejor deporte todavía y de cada uno de los jugadores, mejores jugadores, respetando el fútbol y al rival.
Viva la deportividad y la lealtad en el juego, fuera todo lo que ensucie la esencia de este deporte que todos amamos.
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Twitter: @UnCulePerdido
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