Era la jornada 36 de la Liga de la Primera División Española en la temporada correspondiente a la 2007-2008, y tras una buena temporada, y después de no dejar la cima de La Liga, desde la segunda jornada, el Real Madrid se alzaría como campeón reinante y debía recibir al Fútbol Club Barcelona, su más acérrimo rival, en el Santiago Bernabéu.
Era la fiesta del Madrid, enfrentar al Barcelona como campeón y no solo eso, la oportunidad de ‘estrenar la corona’ venciendo al más grande rival era algo sumamente atractivo.
Por su parte el Barcelona llegaba tras una pésima temporada, donde no alcanzaría ni los 70 puntos, ganando apenas 19 partidos y resignado a una tercera posición que incluso le obligaría a jugar la previa de la Champions.
Sin embargo, y a pesar de la gran rivalidad existente, al Barcelona le correspondía reconocer al campeón con el ya famoso ‘pasillo’, que siempre se ha hecho cuando un equipo es campeón prematuramente en la Liga.
El Barcelona como todo un equipo y ‘més que un club’ dejaría de lado el orgullo y con el señorío que corresponde a un equipo grande se colocaría sobre la cancha para hacerle el pasillo de campeón al Real Madrid comandado por Raúl y Casillas, íconos del club.
Sobre el campo de juego se encontraban Valdés, Zambrotta, Márquez, Henry, Yaya, Gudjhonsen, Abidal, Puyol, y el mismísimo Messi entre otros, comandados por el míster holandés, Rikjard.
Este acto de reconocimiento al campeón y por tanto mejor equipo de una temporada se llegó a tomar, tanto de un lado como de otro, de una manera un tanto distorsionada y por supuesto perversa, como una humillación al Barcelona, desviando la atención de lo que realmente significaría, un homenaje al campeón, una reconocimiento al mejor equipo de la temporada, dignificación propia asimilando y aceptando que el otro había sido mejor, y símbolo de deportividad.
Más allá de cualquier rivalidad, el deporte es y debe ser un evento hermoso, de competencia sana y de madurez tanto al ganar como al perder, ambos equipos mostrarían madurez bajo una atmósfera de pleno respeto, insisto, dentro de la cancha, dónde el Real Madrid propinaría a los culés una goleada que para la mayoría de los pseudoaficionados pasaba a segundo término.
No, el pasillo no debe ser tomado como una burla, una humillación o aplastar ‘aún más’ como algunos lo llaman, al rival, es hora de dejar de lado estos mitos sobre el pasillo, que incluso ya en alguna ocasión el Barça había recibido del mismo Madrid en el mismísimo Santiago Bernabéu donde Maradona, Ronaldinho y Messi, han sido aplaudidos, demostrando que la rivalidad deportiva no debe cegar al aficionado que no fanático e incluso últimamente lo recibió del equipo con el que hay si no mayor rivalidad, muy similar, aunque se viva de forma distinta, el Espanyol, que en el 2006 recibirían al Barcelona como equipo campeón.
Al buen aficionado al fútbol y al Barcelona no le molestará hablar del pasillo ni se sentirá humillado, por el contrario, estará orgulloso de que su equipo, a pesar de todo, haya tenido los pantalones para felicitar al equipo campeón de aquella temporada, al igual que el buen madridista dejará de lado este estúpido argumento para intentar generar rabia en los culés ¿o es qué acaso cuando Casillas llama para felicitar a Xavi o Puyol por sus campeonatos se está humillando?
Ya me gustaría a mí (y supongo que a muchos culés y mismos madridistas románticos) saber qué pasaría si fuera el MOUdrid, a quien le tocara ‘hacer el pasillo’ al Barcelona, desde el mismo míster, buscaría la primera excusa para no presentarse al partido incluso arriesgando a perder por de faul.
Dejemos de lado este mito y lo que dentro de la cancha se está deformando por culpa de un individuo, tratemos de sanarlo desde fuera.
PD: quizá parezca que dos jugadores del Barça se borraron de aquella experiencia, pero hasta que ellos no lo declaren, todo será mera expeculación.
Mail: un_cule_perdido@yahoo.com
Twitter: @UnCulePerdido
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