Diferentes formas de empatar.

El Barça tenía que visitar Mestalla, el campo de un flamante Valencia líder de la Liga, un campo sin dudas complicado donde Pep volvería a intentar una línea de tres en el fondo, formada por Mascherano, Puyol y Abidal.

Nada más empezar el juego, el Valencia comenzaría haciendo trizas la defensa culé, que cuando juegan de este modo, dejan vía libre en las bandas que nadie logra cubrir en los momentos oportunos y así sería cuando apenas pasando el décimo minuto, tras una jugada por la banda, vendría un pase cruzado que Abidal tocaría enviándolo a propia puerta tras una salida de Valdés que no se comunicaba con el francés.

Sin embargo, inmediatamente, tras una jugada hermosa entre Cesc y Messi, el argentino enviaría un balón exacto a la entrada de Pedro quién pondría el empate en el luminoso.

El partido sería de ida y vuelta con oportunidades en ambos marcos, sin embargo, la defensa culé seguiría sufriendo demasiado con cada ataque por la banda y los líderes no tardarían en aprovecharlo, cuando después de una jugada que volvería a sacar a Mascherano y a Puyol a la banda, Busquets volvería a dejar morir sola a su defensa cuando su recorrido e integración no se daba y Abidal no alcanzaba a cortar el trazo que Pablo acabaría enviando a las redes. Un triunfo valenciano merecido por su desempeño en la cancha.

Para la segunda mitad Pep corregiría y la defensa volvería a trabajar con línea de cuatro, para de este modo, volver a defender de manera correcta y por supuesto, volverá dominar el encuentro.

El dominio se volvería asfixiante para un Valencia que de todos modos no dejaba de preocupar a los culés, sin embargo, después de muchos intentos, y con un Messi desatinado en la definición y un balón al palo del ‘jefecito’, sería el 10, quien pondría un balón exacto a su ‘fiel compañero’ Cesc, quien con la tranquilidad de un centro delantero, definiría con pierna izquierda para decretar el empate.

Los últimos quince minutos serían de una tormenta culé que no vería premio de cara a puerta y finalmente el árbitro decretaría un el final del encuentro con las tablas en el marcador en un gran partido de fútbol, donde se comprobó que la defensa de tres le funciona al Barça cuando no se le ataca, pero cuando el rival decide ofenderle, lo mete en muchos problemas.

Por otro lado el Madrid saldría con un muy triste empate a cero frente al Racing, en un partido que no dejaba mucho para la historia, donde lo único rescatable era la salvada de Casillas que evitaba que el Madrid perdiera otros tres puntos y tan sólo fueran dos, sin embargo, a la salida, Mourinho volvería a autoexonerarse defendiendo lo indefendible y culpando las ‘simulaciones’ del Racing de cortarles el ritmo, un pretexto muy bajo y patético para un equipo que ha gastado más de 400 millones de euros en fichajes en tan sólo 3 años.

Todo esto contrastaba con la manera de asimilar el ‘tropiezo’ en el cuadro culé, donde sí que había motivos para quejarse, pues tan solo empezando el partido, al minuto 20, Rami, con 1-1 en el marcador y con una amonestación en su cuenta, cometería una flagrante falta dentro del área, que se debía traducir en un clamoroso penalti y segunda amarilla para el jugador ché, sin embargo, el árbitro decidía hacerse el ciego y no meterse en problemas y ya en el descuento del partido, Miguel cometería otra entrada por detrás a Messi que debía ser marcada como otro penalti en los últimos instantes del encuentro, que tampoco se atrevió a conceder y para terminar con su desastroso trabajo, añadiría 4 minutos, y tras una expulsión donde Alba se comería casi un minuto en salir, el colegiado decidía finalizar el encuentro apenas pasando el minuto tres, faltando más de 30 segundos para que se cumplieran los 4 que había decidido otorgar, la razón, solo él la sabe.

Sin embargo, a pesar del terrible trabajo del colegiado, los culés hicieron mutis y no justificaron el empate en ninguna de estas acciones, como debe hacer un equipo grande que clama defender el fútbol.

Gracias Valencia, gracias Barcelona por el hermoso fútbol que nos regalaron y por comprobar que no sólo se puede ganar por marrullerías y guarrerías.

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